sábado, 24 de marzo de 2012

¡Campo extraño, árbitro extraño, rival extraño, partido extraño...! ¡Día insólito!

Domingo 18 de diciembre de 2011

¡CAMPO EXTRAÑO, ÁRBITRO EXTRAÑO, RIVAL EXTRAÑO, PARTIDO EXTRAÑO...! ¡DÍA INSÓLITO!

El día ya empezó raro: a las 11:30h la final del Mundial de Clubes, gran finalísima entre Santos y Barça (fue extraño ver como el FCB ganaba a un equipo brasileño con los principios del fútbol total y “jogo bonito” de los que sólo la canarinha supo disfrutar años atrás); a las 14:30h tuve mi primera comida familiar de Navidad (no pude asistir); y a las 16h partido entre Montcada y Sant Fost.
La llegada al campo también fue poco habitual, ya que fuimos al campo principal de Montcada, lugar en el que habíamos jugado en los dos últimos años, pero no era ese el lugar en el que íbamos a disputar el partido. El campo en el que acabamos jugando no me traía muy buenos recuerdos, más bien malos recuerdos, ya que en ese lugar abandoné, 4 años atrás, el terreno de juego cojeando y dando muestra suelta a las continuas molestias que había sufrido durante la temporada. Fueron mis primeras relaciones con las lesiones. ¡A ver si esta vez podía jugar a gusto!
Tenía muchas ganar de jugar, sabía que difícilmente lo haría como titular, ya que el entrenador iba a alinear una defensa formada por tres, y en ese esquema hay compañeros que tienen mejor cabida que yo, pero quería darle una patada en el culo a las molestias físicas.
El partido empezó relativamente bien: marcamos un gol muy tempranero, pero perdonamos muchas otras ocasiones de las que nos acabamos acordando al final. Rápidamente nos empataron el partido.
De fútbol se puede destacar poca cosa más, a parte de que el árbitro se olvidó de señalar dos penaltis a los locales y tres a los visitantes, a nosotros. También expulsó a un jugador rival, en nuestro mejor momento de la segunda parte (no jugamos nada bien al fútbol desde el gol del empate, pero parecía que en esos momentos teníamos alguna oportunidad de crear ocasiones), y a partir de ahí el partido no fue más que un tenis en el que tuvimos varios sustos; por suerte ninguno de ellos acabó en gol.
El terreno de juego tenía dimensiones muy reducidas, sobretodo en cuanto a la anchura, motivo por el cual el míster se decidió por jugar con tres atrás y meter algún jugador más en la medular. Los contrarios, como suele ser lógico en equipos locales, se conocían a la perfección el campo y sabían como aprovechar su estrechez; nos crearon mucho peligro a línea de cal.
Del arbitraje prefiero no entrar al trapo, no me gustaría dar imagen de “quejica” ante los malos resultados, aquí no hay VILLARATO (al menos eso me gusta creer), pero lo que sí que está claro es que la formación de los colegiados deja mucho que desear. En el partido el árbitro vio más cosas de las que ocurrieron, señaló faltas sin contacto, enseñó tarjetas sin motivo aparentemente claro y se inventó normas, sobretodo dos: “falta directa dentro del área” y “el encuentro se finaliza cuando al árbitro le venga de gusto”. ¿Surrealista? Sí. ¿Verdad? Por desgracia para el fútbol, también. Y seguro que la gente se preguntará “¿pero si una falta directa dentro del área es penalti?”; ahí está el problema, que señaló falta directa dentro del área y el lanzamiento se tuvo que realizar desde el lugar de la infracción. ¡Insólito! Por otra parte está el tema de concluir los encuentros: ¿por qué, a falta de 10 minutos, el colegiado señala el final del partido? No lo sé, lo que está claro es que salió escopeteado hacia el vestuario y se marchó rápido del campo. ¿Tendría prisa?...
Dejando todos estos altercados, queda claro que nos marchamos del campo con cara de tontos, después de volver a desaprovechar nuestras opciones de pelear por la zona alta de la tabla. Perdimos dos puntos, sin opciones a destacar el rendimiento en el campo como positivo, con el añadido de lo que envolvió ese encuentro. No es excusa, pero fue un ¡CAMPO EXTRAÑO, ÁRBITRO EXTRAÑO, RIVAL EXTRAÑO, PARTIDO EXTRAÑO...! ¡DÍA INSÓLITO!