SÁBADO 12 DE NOVIEMBRE DE 2011
“SANT FOST, DE VUELTA A LAS ANDADAS”
Ya llevábamos unos partidos alejados de la típica imagen del Sant Fost, la imagen que ha dado el equipo toda la vida, des de que lo conozco, a excepción del año que ganamos la liga y un par de temporadas más. Pero Santa Eulalia nos hizo recordar estos tiempos de antaño, estos tiempos en los que gozábamos del fútbol por encima de lo que hiciéramos dentro del campo: ahora nuestro disfrute se alimenta fundamentalmente de los resultados (no es cuestión de ganar siempre, sino de jugar de una determinada manera con regularidad).
Personalmente, volví al lugar en el que acostumbré a ser asiduo la temporada pasada (y la anterior y la anterior…): el banquillo. Estaba claro que tras el nefasto partido que hice la semana anterior, necesitaba un toque de atención, y así fue. No os penséis, de todas formas, que pasara más tiempo fuera del campo que dentro en épocas pasadas, no; simplemente que, al ser chiquitito y peleón, siempre he tenido las características perfectas para ser un gran revulsivo (quizás mi técnica y calidad futbolística también han sido determinantes para no ser siempre titular). Realmente, nunca es agradable ver el partido medio metro fuera del campo, pero el entrenador decide, y personalmente me merecía esto.
El partido empezó de la mejor manera posible, en 5 minutos tuvimos 3 o 4 ocasiones muy manifiestas de gol, pero la suerte no nos acompañó, y en el minuto 6 de partido encajamos un gol totalmente evitable: vino precedido de una falta intranscendente e innecesaria, y acabó colándose en la red después de unos fallos de marcaje (otra vez gol a pelota parada, ya llevamos varios esta temporada y hay que mejorar muchísimo; esta semana en entreno nos tocará trabajar este tipo de jugadas).
Tras ese gol se acabó todo nuestro fútbol, hicimos un partido malo, nos faltaron ganas y sangre: perdimos los puntos porqué ellos iban a por todas, lucharon todas las pelotas, y nosotros no. Como todo el mundo del fútbol conoce y habrá oído miles de veces, “el fútbol es un deporte de hombres y hay que echarle un par de huevos”: sí, sí, esta fase prehistórica y troglodita describe claramente que nos faltó mucho valor y predisposición a jugar al fútbol, a pesar de ser un poco retrógrada. Uno de nuestros delanteros, el máximo goleador en lo que llevamos de temporada, se pasó más tiempo defendiendo y presionando en nuestro campo que atacando, ejemplo de que no todo el equipo estaba cumpliendo con su misión y que eso acaba perjudicando a todos. Por fin acabó la primera parte y por suerte solo perdíamos 0-1.
El descanso dio para mucho. Todos los integrantes de la banqueta estuvimos calentando y recibimos las últimas órdenes del míster y todas las fuerzas de los compañeros antes de empezar el segundo tiempo. Y en el vestuario nuestro entrenador debió darles una charla muy intensa, porque cuando volví al vestuario para preparar los últimos detalles (beber agua, animar a los compañeros, cumplir con mis pequeñas supersticiones…), me encontré un vestuario 100% concentrado; en todo el partido no habían estado así. Por fin parecíamos un equipo de verdad, más cuando antes de que el árbitro pitara el inicio nos juntamos los 11 jugadores y el entrenador y charlamos en medio del campo, nos animamos unos a otros e hicimos nuestro cántico de antes de los partidos. No nos sirvió de mucho: seguimos con la misma tónica de la primera parte.
En la segunda parte, es cierto, recuperamos mucho terreno perdido, presionamos más y mejor y no notamos en exceso la insaciable presión de ellos: nuestro gran estado de forma nos está ayudando muchísimo para sacar adelante los partidos. A pesar de todo esto, los delanteros rivales tuvieron la sentencia en varias ocasiones, pero fuimos nosotros quienes, tras una gran jugada, hicimos llegar el balón a la meta rival: 1 a 1 y final de partido (marcamos el empate a falta de 10 minutos para la conclusión del encuentro, y ya no ocurrió nada más interesante).
Las sensaciones no fueron nada buenas, pero por lo menos sacamos un meritorio empate a uno contra un gran rival como es Santa Eulàlia de Ronçana. Ahora hay que empezar a reflexionar si queremos seguir el tono de este partido o si queremos volver al ritmo de nuestros grandes partidos. Prefiero, sin duda, los grandes partidos, aunque ya hay muchas voces que dicen: “SANT FOST, DE VUELTA A LAS ANDADAS”.