¡QUÉ CAPRICHOSO ES EL FÚTBOL!
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012
¡Éste sí que es un partido que se
marca en el calendario cada año! Aquí marqué mi primer gol en mi carrera deportiva, y otro
muy importante que me hizo ganarme un nombre en el Sant Fost (por lo menos
entre los entrenadores de los mayores, que era lo que me interesaba para que en
un futuro pudieran contar conmigo en sus equipos).
Sin duda alguna, el primer gol
que marqué, con tan solo 7 añitos, siempre lo he llevado en la memoria, jamás lo
olvidaré porqué, a parte de ser el primero, siempre he creído que ha sido el
mejor de los tantísimos goles que he marcado en estos 12 años. Ese día hice de
Piqué (o, para los más románticos, de Alexanco), en versión mejorada. Jugando
como central, salí escopeteado al ataque creando un contragolpe a partir de un
pase preciso de un compañero (el Tete, que a día de hoy sigue jugando con
nosotros en el Sant Fost). Al recibir el cuero, visualicé el espacio que tenía
por delante para correr, encarar a los dos defensas que había por delante y
salir del difícil control que tenía que realizar, de costado y con otro contrario
volteando a mis alrededores. Nada me salió como quería, ya que mi intención era
la de buscar la velocidad para no cruzarme en la trayectoria de ningún rival
hasta llegar a la meta y meterla hacia adentro, pero lo cierto es que fueron
más rápidos que yo y me saqué tres recursos de un lugar muy escondido de mí
(pocas veces más me ha salido una jugada tan imperfectamente perfecta). Primero
me fui del primer defensor, al descontrolar
la pelotita, con algo similar a un sombrero; al segundo lo dejé atrás gracias a
un bonito túnel; del último defensa me pude escapar tras un intento de
bicicleta que quizás, por lo mal que me salió, fue por lo que le despisté, y
acabé anotando con un disparo bajo las piernas del portero. Celebración
inmensa: tras unos cuantos partidos de liga por fin nos llegaba el primer gol
de la temporada, con el añadido de ser contra el Lourdes, de Mollet, que hasta
el momento iban primeros. ¡Grandísimo el momento en que me dio por subirme a
caballito de un compañero para celebrar ese maradoniano
gol!
El segundo y último gol que hasta
esta temporada había marcado en ese campo fue al año siguiente, cuando tras un
partido de mi equipo en casa (categoría Benjamín), el entrenador del Alevín, a
falta de los benjamines de segundo año que ya se habían marchado, me dijo que
si quería ir a jugar un partidillo esa tarde. Mi respuesta fue inmediata: “sí,
quiero”. A mi padre le parecía una locura que fuera a ese partido, ya que me
sacaban dos y tres años de diferencia (yo tenía 8 y los demás 10 y 11),
teniendo como añadido que yo era muy pequeñito (y lo sigo siendo, aunque no
tanto…) y que nunca había jugado a fútbol-11 y no aguantaría un campo tan
grande. En definitiva, no le hizo ninguna gracia que me fuera para allá a jugar
el encuentro, pero la decisión era la mía, y ya hacía mucho rato que la tenía
clara. Lo cierto es que al principio no fue fácil, a pesar de que a muchos ya
los conocía de haber jugado juntos otros años (también estaba mi primo entre
ellos), sentí bastante respeto por lo que tenía delante: un vestuario de
leones. Ese día acabé de aprender lo que es el fútbol en nuestras categorías con
campos de tierra: la cantidad de sangre derramada al acabar el partido se
corresponde con el esfuerzo derrochado.
El partido estuvo entretenido, a
pesar de que perdimos, se anotaron muchísimos goles; uno de ellos fue mío. En
la segunda parte, cuando llevábamos cinco minutos, el míster me mandó a
calentar y en el minuto 10 entré al campo. Ya dentro del partido, me costó
posicionarme y entender lo que me indicaba el segundo entrenador desde la banda,
pero el delantero titular me ayudó mucho y, tras un balón rechazado por la
defensa, empalmé un chutazo que evidenció que el tamaño no importa. Ante una
jauría de cocodrilos hambrientos, que mordían por todo, el más pequeño de la
clase se llevó el gato al agua con un bonito chute que acabó cerca de la
escuadra. ¡Ahí empezó mi idilio con el gol! ¡Y mis dedicatorias a mi padre! Aun
a día de hoy, casi 11 años después, le sigo recordando sus palabras: “pero si
no vas a hacer nada”. Al fin y al cabo yo era un jugador más…con menos
experiencia, con menor edad y tamaño; pero un jugador más. ¡El fútbol es así!
Tras esos grandes recuerdos en
mis dos primeras visitas al campo del Lourdes, ya me lo acogí como un campo
talismán y, quizás sin creerlo del todo y tras haber jugado miles de partidos
más sin anotar ni un solo gol en ese estadio, aun estaba a tiempo de revivir
una de las mayores alegrías del jugador: el gol (que muchos comparan al placer
de un orgasmo). Ya veremos…de momento vayamos pasito a pasito.
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 16:55h.
-
YO: ¡Hoy es mi día, niño! Ya verás como hoy se
engranda la leyenda de Carrillo.
-
JAC4: Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja…
-
YO: ¿Sabes qué? Para mí el partido en campo del
Lourdes siempre es especial; este es uno de esos partidos que marco en el
calendario cada año. Aquí marqué mi primer gol en mi carrera deportiva, y otro
muy importante que me hizo ganarme un nombre en el Sant Fost (…) Al fin y al
cabo yo era un jugador más…con menos experiencia, con menor edad y tamaño; pero
un jugador más. ¡El fútbol es así!
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 -
17:15h.
-
MÍSTER: Uooh Carrillo, ¡qué grande! ¡Con esa
camiseta debajo (camiseta deportiva personalizada con mi apellido y número:
CARRILLO y 20) hoy mojas seguro!
-
YO: ¡Ojalá! Si marco gol, me quito la del Sant
Fost y me señalo la otra camiseta.
-
MÍSTER: ¡Intenta que no te saquen tarjeta…¡lo
digo por las posibles consecuencias!
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 -
17:30h.
-
MÍSTER: (…) y por la izquierda Carrillo. ¡Igual
que la semana pasada! Si puedes, aprovecha la banda hasta el final. Acuérdate
también de defender, (…).
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 -
18:15h.
-
PAPA: Qué bien Sergio, ¡otra igual!
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 18:16h.
-
YO:
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Gooooooooooooooooooooooooool!!!!!!!!!!
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 -
18:28h.
-
YO: Arghh…!!!!
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 -
18:30h.
-
YO: ¡Míster, no puedo más!
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 -
18:33h.
-
MÍSTER: ¡Arbi, cambio! ¡Carrillo, vente!
SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 -
18:34h en adelante.
-
MIS PENSAMIENTOS: ¡Me he quedado sin temporada!
Por suerte, la fiesta de esa
noche me hizo volverme un poquito más optimista: me vi incluso con fuerzas de
entrenar esa semana; lo cierto es que lo tendría muy difícil.
Bueno, vayamos al match. El
partido fue como todos los que se juegan en ese campo: guerra, lucha, pelea y
goles. Siempre hay mucho de todo. Pero la actitud la habíamos recuperado el
último partido, contra el Martu.
El resumen de mi partido es que
me encontré suelto. Ante cada balón que recibí tenía, como mínimo, dos o tres
compañeros con quien combinar. Hice de extremo, hice de interior e incluso en
alguna ocasión ocupé el mediocentro para cubrir el sitio de algún compañero, y
también hice de lateral; aunque lo que realmente hice fue magia. La RAE define magia, en una de sus acepciones, como
“lo que por medios naturales obra efectos que parecen sobrenaturales”; eso hice
yo.
Aun pareciendo egocéntrico y
creído, mi pierna izquierda voló sobre el tumulto de jugadores que había en el
área rival. Justo antes lo había hecho mi derecha, que solo las yemas de los
dedos del portero impidieron que pudiera explotar de felicidad. Tras el córner
y un rechace, el balón me llegó en malas condiciones para jugarlo, y decidí
evitar el peligro de una contra con un zurdazo. ¡Insisto que no quería! No era
mi intención marcar ese gol, pero mis destellos maradonianos volvieron a mí en el lugar y momento idóneo. La pierna
izquierda voló hacia la pelota. El golpeo fue realmente fuerte y colocado. No
puedo seguir viviendo de esta mentira. Yo no pude marcar ese gol, eso fue una
obra de arte llevada a cabo por el mismísimo Delacroix.
Curiosamente aquí empezó mi
propia Revolución Francesa interna. Doce años sin haber descansado del fútbol
más que un mes por lesión, se tenían que revelar contra mí. En ese momento, que
me sentí Zeus en lo alto del Olimpo, todo se empezó a torcer. Una maldita
lesión de abductores no me dejo terminar, ni tan si quiera, la primera mitad.
La semana fue muy dura, porqué aun a sabiendas de la gravedad de mis molestias,
yo quería jugar. ¡No me dejaron!
El partido, más allá de la
curiosidad de poder terminar mi etapa en el Sant Fost como el mismísimo Raúl
González Blanco, anotando el primer y último gol en el mismo campo (mis
esperanzas de marcar en lo que queda de temporada no son nada amplias), tuvo un
extraño desenlace: nos adelantamos con un favorable 0-3, y antes de llegar al
descanso nos empataron. Tres goles muy seguidos y parecidos, enfurecieron al
entrenador. La bronca fue grande: otra vez dejábamos escapar puntos que ya eran
de nuestra propiedad. La segunda parte no mejoró excesivamente, aunque por lo
menos pudimos anotar dos tanto más y resolver el encuentro a nuestro favor.
En este campo solo me falta
encontrar un monumento en mi honor; he pasado tantos grandes momentos
aquí…aunque lo mismo que me ha dado este terreno de juego, me lo ha quitado, y
creo que para rato, con la desafortunada lesión. ¡QUÉ CAPRICHOSO ES EL FÚTBOL!