domingo, 15 de julio de 2012


¡QUÉ CAPRICHOSO ES EL FÚTBOL!

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012

¡Éste sí que es un partido que se marca en el calendario cada año! Aquí marqué mi primer gol                en mi carrera deportiva, y otro muy importante que me hizo ganarme un nombre en el Sant Fost (por lo menos entre los entrenadores de los mayores, que era lo que me interesaba para que en un futuro pudieran contar conmigo en sus equipos).

Sin duda alguna, el primer gol que marqué, con tan solo 7 añitos, siempre lo he llevado en la memoria, jamás lo olvidaré porqué, a parte de ser el primero, siempre he creído que ha sido el mejor de los tantísimos goles que he marcado en estos 12 años. Ese día hice de Piqué (o, para los más románticos, de Alexanco), en versión mejorada. Jugando como central, salí escopeteado al ataque creando un contragolpe a partir de un pase preciso de un compañero (el Tete, que a día de hoy sigue jugando con nosotros en el Sant Fost). Al recibir el cuero, visualicé el espacio que tenía por delante para correr, encarar a los dos defensas que había por delante y salir del difícil control que tenía que realizar, de costado y con otro contrario volteando a mis alrededores. Nada me salió como quería, ya que mi intención era la de buscar la velocidad para no cruzarme en la trayectoria de ningún rival hasta llegar a la meta y meterla hacia adentro, pero lo cierto es que fueron más rápidos que yo y me saqué tres recursos de un lugar muy escondido de mí (pocas veces más me ha salido una jugada tan imperfectamente perfecta). Primero me fui del primer defensor, al descontrolar la pelotita, con algo similar a un sombrero; al segundo lo dejé atrás gracias a un bonito túnel; del último defensa me pude escapar tras un intento de bicicleta que quizás, por lo mal que me salió, fue por lo que le despisté, y acabé anotando con un disparo bajo las piernas del portero. Celebración inmensa: tras unos cuantos partidos de liga por fin nos llegaba el primer gol de la temporada, con el añadido de ser contra el Lourdes, de Mollet, que hasta el momento iban primeros. ¡Grandísimo el momento en que me dio por subirme a caballito de un compañero para celebrar ese maradoniano gol!

El segundo y último gol que hasta esta temporada había marcado en ese campo fue al año siguiente, cuando tras un partido de mi equipo en casa (categoría Benjamín), el entrenador del Alevín, a falta de los benjamines de segundo año que ya se habían marchado, me dijo que si quería ir a jugar un partidillo esa tarde. Mi respuesta fue inmediata: “sí, quiero”. A mi padre le parecía una locura que fuera a ese partido, ya que me sacaban dos y tres años de diferencia (yo tenía 8 y los demás 10 y 11), teniendo como añadido que yo era muy pequeñito (y lo sigo siendo, aunque no tanto…) y que nunca había jugado a fútbol-11 y no aguantaría un campo tan grande. En definitiva, no le hizo ninguna gracia que me fuera para allá a jugar el encuentro, pero la decisión era la mía, y ya hacía mucho rato que la tenía clara. Lo cierto es que al principio no fue fácil, a pesar de que a muchos ya los conocía de haber jugado juntos otros años (también estaba mi primo entre ellos), sentí bastante respeto por lo que tenía delante: un vestuario de leones. Ese día acabé de aprender lo que es el fútbol en nuestras categorías con campos de tierra: la cantidad de sangre derramada al acabar el partido se corresponde con el esfuerzo derrochado.

El partido estuvo entretenido, a pesar de que perdimos, se anotaron muchísimos goles; uno de ellos fue mío. En la segunda parte, cuando llevábamos cinco minutos, el míster me mandó a calentar y en el minuto 10 entré al campo. Ya dentro del partido, me costó posicionarme y entender lo que me indicaba el segundo entrenador desde la banda, pero el delantero titular me ayudó mucho y, tras un balón rechazado por la defensa, empalmé un chutazo que evidenció que el tamaño no importa. Ante una jauría de cocodrilos hambrientos, que mordían por todo, el más pequeño de la clase se llevó el gato al agua con un bonito chute que acabó cerca de la escuadra. ¡Ahí empezó mi idilio con el gol! ¡Y mis dedicatorias a mi padre! Aun a día de hoy, casi 11 años después, le sigo recordando sus palabras: “pero si no vas a hacer nada”. Al fin y al cabo yo era un jugador más…con menos experiencia, con menor edad y tamaño; pero un jugador más. ¡El fútbol es así!

Tras esos grandes recuerdos en mis dos primeras visitas al campo del Lourdes, ya me lo acogí como un campo talismán y, quizás sin creerlo del todo y tras haber jugado miles de partidos más sin anotar ni un solo gol en ese estadio, aun estaba a tiempo de revivir una de las mayores alegrías del jugador: el gol (que muchos comparan al placer de un orgasmo). Ya veremos…de momento vayamos pasito a pasito.

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 16:55h.

-          YO: ¡Hoy es mi día, niño! Ya verás como hoy se engranda la leyenda de Carrillo.

-          JAC4: Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja…

-          YO: ¿Sabes qué? Para mí el partido en campo del Lourdes siempre es especial; este es uno de esos partidos que marco en el calendario cada año. Aquí marqué mi primer gol en mi carrera deportiva, y otro muy importante que me hizo ganarme un nombre en el Sant Fost (…) Al fin y al cabo yo era un jugador más…con menos experiencia, con menor edad y tamaño; pero un jugador más. ¡El fútbol es así!

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 17:15h.

-          MÍSTER: Uooh Carrillo, ¡qué grande! ¡Con esa camiseta debajo (camiseta deportiva personalizada con mi apellido y número: CARRILLO y 20) hoy mojas seguro!

-          YO: ¡Ojalá! Si marco gol, me quito la del Sant Fost y me señalo la otra camiseta.

-          MÍSTER: ¡Intenta que no te saquen tarjeta…¡lo digo por las posibles consecuencias!

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 17:30h.

-          MÍSTER: (…) y por la izquierda Carrillo. ¡Igual que la semana pasada! Si puedes, aprovecha la banda hasta el final. Acuérdate también de defender, (…).

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 18:15h.

-          PAPA: Qué bien Sergio, ¡otra igual!

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 18:16h.

-          YO: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Gooooooooooooooooooooooooool!!!!!!!!!!

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 18:28h.

-          YO: Arghh…!!!!

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 18:30h.

-          YO: ¡Míster, no puedo más!

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 18:33h.

-          MÍSTER: ¡Arbi, cambio! ¡Carrillo, vente!

SÁBADO 3 DE FEBRERO DEL 2012 - 18:34h en adelante.

-          MIS PENSAMIENTOS: ¡Me he quedado sin temporada!

Por suerte, la fiesta de esa noche me hizo volverme un poquito más optimista: me vi incluso con fuerzas de entrenar esa semana; lo cierto es que lo tendría muy difícil.

Bueno, vayamos al match. El partido fue como todos los que se juegan en ese campo: guerra, lucha, pelea y goles. Siempre hay mucho de todo. Pero la actitud la habíamos recuperado el último partido, contra el Martu.

El resumen de mi partido es que me encontré suelto. Ante cada balón que recibí tenía, como mínimo, dos o tres compañeros con quien combinar. Hice de extremo, hice de interior e incluso en alguna ocasión ocupé el mediocentro para cubrir el sitio de algún compañero, y también hice de lateral; aunque lo que realmente hice fue magia. La RAE define magia, en una de sus acepciones, como “lo que por medios naturales obra efectos que parecen sobrenaturales”; eso hice yo.

Aun pareciendo egocéntrico y creído, mi pierna izquierda voló sobre el tumulto de jugadores que había en el área rival. Justo antes lo había hecho mi derecha, que solo las yemas de los dedos del portero impidieron que pudiera explotar de felicidad. Tras el córner y un rechace, el balón me llegó en malas condiciones para jugarlo, y decidí evitar el peligro de una contra con un zurdazo. ¡Insisto que no quería! No era mi intención marcar ese gol, pero mis destellos maradonianos volvieron a mí en el lugar y momento idóneo. La pierna izquierda voló hacia la pelota. El golpeo fue realmente fuerte y colocado. No puedo seguir viviendo de esta mentira. Yo no pude marcar ese gol, eso fue una obra de arte llevada a cabo por el mismísimo Delacroix.

Curiosamente aquí empezó mi propia Revolución Francesa interna. Doce años sin haber descansado del fútbol más que un mes por lesión, se tenían que revelar contra mí. En ese momento, que me sentí Zeus en lo alto del Olimpo, todo se empezó a torcer. Una maldita lesión de abductores no me dejo terminar, ni tan si quiera, la primera mitad. La semana fue muy dura, porqué aun a sabiendas de la gravedad de mis molestias, yo quería jugar. ¡No me dejaron!

El partido, más allá de la curiosidad de poder terminar mi etapa en el Sant Fost como el mismísimo Raúl González Blanco, anotando el primer y último gol en el mismo campo (mis esperanzas de marcar en lo que queda de temporada no son nada amplias), tuvo un extraño desenlace: nos adelantamos con un favorable 0-3, y antes de llegar al descanso nos empataron. Tres goles muy seguidos y parecidos, enfurecieron al entrenador. La bronca fue grande: otra vez dejábamos escapar puntos que ya eran de nuestra propiedad. La segunda parte no mejoró excesivamente, aunque por lo menos pudimos anotar dos tanto más y resolver el encuentro a nuestro favor.

En este campo solo me falta encontrar un monumento en mi honor; he pasado tantos grandes momentos aquí…aunque lo mismo que me ha dado este terreno de juego, me lo ha quitado, y creo que para rato, con la desafortunada lesión. ¡QUÉ CAPRICHOSO ES EL FÚTBOL!

¡ORGULLO, PASIÓN Y AMOR: NO PUDIMOS GANAR, PERO SÍ QUE DEMOSTRAMOS DE QUE PASTA ESTAMOS HECHOS!

Año tras año sueñas y resueñas con jugar este partido, es el partido del año, el partido del siglo, y siempre lo esperas con ansias por demostrar que tu equipo es el mejor. Recuerdo miles de partidos contra el Martorelles, miles de alegrías, miles de tristezas. Recuerdo días en los que me he querido meter bajo tierra y días en los que mi nombre ha resaltado incluso por encima del resultado del partido.

Recuerdo que contra nuestro máximo rival diferentes entrenadores me han redescubierto colocándome en nuevas posiciones para mí o en lugares que llevaba mucho tiempo sin ocupar. Recuerdo que en su campo jugué por primera vez de central, en un partido que podría haber pasado a la historia por el número de goles que recibimos (a partir de ahí estuve dos temporadas siendo asiduo en el eje de la defensa). Recuerdo que en mi segundo año, en nuestro campo, jugué por primera vez de delantero centro con un equipo de mi categoría (siempre que había jugado con los grandes lo había hecho en la punta de ataque) y marqué mi primer y único gol al Martorelles en toda mi carrera deportiva. Recuerdo también que en categoría cadete estrené la posición de media punta en el fútbol-11 en un amistoso contra nuestros vecinos (en mi segundo año como benjamín ya había jugado mucho en esa posición), y que fue un gran acierto del entrenador, el actual entrenador del Barberà, a pesar de que no pude jugar mucho en esa posición por los diferentes problemas físicos que tuve y que me impidieron tener la suficiente continuidad para hacerme con el puesto para mí; al final con este entrenador acabé jugando de delantero centro. A mediados de temporada tuvimos un cambio de entrenador, y también cambié la posición; empecé a jugar de extremo, pero en un amistoso a final de temporada contra el Martorelles, el míster primero me retrasó la posición hasta el lateral (lugar que ya había frecuentado en mi época de alevín e infantil) y, en la segunda parte, me situó de medio centro defensivo, por primera vez desde que debuté en el fútbol grande; mi respuesta a esta última posición fue la de dar las dos asistencias de gol del partido. Al año siguiente fue contra el Martorelles, en un amistoso de final de temporada, contra el equipo que volví a jugar después de enfrentarme a la lesión más grave que he sufrido en todos estos años de futbolista. Sólo jugué 15 minutos, y perdimos por muchos goles de diferencia, pero yo sin duda fui ese día la persona más feliz del mundo tras haber podido jugar unos minutillos a fútbol, tras más de un mes parado, y además contra el Martorelles. El año siguiente, con mi primo de entrenador, solo pude disputar unos minutillos, y me lo tuve bien merecido: me cambió a los 20 minutos de entrar tras ver la primera amarilla muy rápidamente y haber hecho 3 o 4 faltas bruscas que me podrían haber supuesto la expulsión. En la segunda vuelta, con el tercer entrenador de la temporada y el que aun sigue con nosotros, volví a ser un defensa férreo, pero esta vez con cabeza: me enseñaron una amarilla y evité cualquier posibilidad de la segunda. La temporada pasada prefiero no recordar como fue el partido de ida en el campo del Martorelles, perdimos 1-0 por un penalti más que dudoso y no disputé ningún minuto. En nuestro campo, en la vuelta, ya jugué bastante más, haciendo un gran partido y arañando un puntito en el tiempo de descuento tras ir perdiendo por 2 goles de diferencia. También jugamos un amistoso ese año en el que sin duda me salí, me comí con patatas a mi marcador y, a pesar de que el resultado no nos fue del todo favorable, yo salí contento por mi actuación, por la actuación del equipo que nos hacia prever un futuro increíble y porqué esa misma tarde visité por primera vez el campo de fútbol del Badalona para ver la promoción de ascenso a segunda división A (por desgracia ganó el Mirandés). Ese mismo día también acabé por descubrir todo lo poco presentable (por no llamarle de ninguna otra manera más grosera) que es el entrenador del Martorelles, ya que en la segunda parte, después de haberme duchado, en el banquillo estuve a punto de tener una “bonita” discusión con ese individuo: mi entrenador ya le dijo cuatro cosas. Los dos siguientes partidos en los que nos hemos enfrentado a este proyecto de homo sapiens (está claro que su evolución mental se quedó por el camino) nos ha demostrado con creces de qué pasta está hecho; un auténtico idiota. Mi penúltimo derbi ya os conté como lo viví, y este último os lo voy a explicar ahora mismo.

El alma sangraba. Ya sabéis lo que dicen de las fieras, “cuánto más heridas más peligrosas”. Así estábamos nosotros. El ambiente no fue el de siempre, se escuchaban las tripas de esos silenciosos vestuarios a varios días para disputar el encuentro. Todo fue al dedillo, todo al milímetro. Táctica, táctica y más táctica. Toque, toque y más toque. Era lo nuestro. No nos harían daño teniendo nosotros el balón…el aire podría llegar a nuestros pulmones con tranquilidad si jugábamos la pelota, si la tocábamos y la seguíamos tocando como realmente sabíamos hacer. Estaba claro que pesaba mucho la derrota de la ida. Esos ocho goles se los queríamos devolver con patatas. Y es evidente que la fortuna no estuvo de nuestra parte, porqué realmente considero que fuimos mejores en gran parte del partido.

El estilo de juego de esta gente nos lo conocíamos como si fuera nuestro. Sabíamos que a pesar de enfrentarnos a buenos jugadores, tenían el hándicap de un entrenador rival que desaprovecha más que ayuda al equipo.

Pronto se nos torció la cosa, un gol tan tempranero nunca es bueno, pero incluso me atrevo a decir que tampoco es excesivamente bueno para el que lo marca. Unos instantes de relajación rival mezclados con todo lo que nos pesaba el video motivador, realizado por Vareita (el portero), que habíamos visto todos juntos apenas 18 horas atrás, ayudó al de siempre a igualar el marcador.

Desgraciadamente un penalti en contra momentos antes del descanso y un desafortunado gol que recibimos al poco de volver de los vestuarios, tras varios rebotes dentro del área, nos mataron el encuentro.
Pero sin duda alguna, no puedo más que quedarme con la parte positiva de todo esto, que existe. No hubo una sola alma verdiblanca que no se dejara en el campo hasta el último aliento. El derroche que mostramos nos hizo campeones, nos hizo ser envidiados por algunos, muy a pesar de haber perdido. El esfuerzo, a veces, gusta más que el acierto. Yo sólo me quedo con las ganas que pusimos ese día. Otra vez será, pero pudimos salir contentos por haber dejado en el campo todo, todo y todo lo que había dentro de nosotros. ¡ORGULLO, PASIÓN Y AMOR: NO PUDIMOS GANAR, PERO SÍ QUE DEMOSTRAMOS DE QUE PASTA ESTAMOS HECHOS!

SI NO NOS PITARON FUE PORQUÉ NO SUELE HABER MUCHO PÚBLICO, A PESAR DE QUE EL FONDO SUR SE SUELA LLENAR

Sábado 21 de enero del 2012

La premisa del entrenador la teníamos clara, si no ganábamos por más de cinco goles seria un desastre. Por fin volvimos a entrenar bien, como deberíamos hacer cada semana, y teníamos al míster “contento”.

Era sábado, a las 14:45, y estábamos rebosantes de confianza. Más aún cuando tras llevar 5 minutos de calentamiento empezaron a llegar los jugadores visitantes, con total pasotismo. Vimos que iba a ser un partido sencillo, no teníamos indicios de poder dejar escapar algún punto en nuestro campo, teniendo también en cuenta que nuestras estadísticas como locales son cuando menos brillantes y que el Palau, nuestro rival, iba penúltimo en la clasificación, con solo 7 puntos.

La estrategia estaba clara: ganar el partido en la primera parte para después poder empezar a probar nuevas tácticas para el partido contra el Martorelles, nuestros máximos rivales (que nos ganaron por 8 goles en la ida) a quienes recibiremos el próximo sábado 28 de enero en nuestro campo.

Tras todo esto, en principio favorable, tardamos 15 minutos en anotar el primer tanto del partido, tras una buena pared al borde del área. Hasta ese momento no habíamos olido la pelota, ni la habíamos visto por mucho que la buscáramos. El Palau nos dominó, aunque, quizás pueda sonar algo arrogante, este dominio no se debe a que fueran mejores que nosotros, ni a que fueran excesivamente buenos; fue un conjunto luchador con muchas carencias, de ahí a su posición en la liga. Nuestras pocas ganas y poco ímpetu nos privaron de la pelota, y sin balón hemos demostrado que no sabemos jugar.

El descanso llegó, y hasta entonces solo ganábamos 2-0 (el segundo de penalti, tras una espectacular jugada individual en la que nuestro delantero se fue de cuantos defensas se le cruzaron por delante, y no fueron pocos). En el vestuario no se vieron más que caras largas; vencíamos por dos goles, pero estábamos dando pena. ¡Con los partidazos que hemos hecho cuando hemos querido! Mi única conclusión es que los equipos grandes nos motivan más que los pequeños (punto aparte es lo que pasó en Martorelles en la primera jornada de liga), pero ya seguiré con esto más adelante.

Bueno, a lo que íbamos, la segunda parte empezó y con ella muchos cambios, tanto tácticos como de jugadores. Uno de los sacrificados fui yo, aunque la verdad es que ese día no estaba capacitado para jugar en buenas condiciones (las lesiones se están pasando conmigo esta temporada) y así se lo hice saber al entrenador antes del inicio del partido. ¿Su respuesta? “Bueno, hoy sales de titular, Carrillo. Móntatelo como quieres pero juegas de titular”, yo ya pensé que podría ser peor y que me podría hacer aun más daño, pero mi entrenador se me adelantó, “bueno, si ves que no puedes, me pides el cambio…”; aguanté toda la primera parte, no en perfectas condiciones, aunque sí en las suficientes para no desentonar con el equipo y evitar que me hicieran un destrozo por mi banda (que lo intentaron varias veces).

La segunda parte fue, aunque parezca imposible, peor que la primera por nuestra parte. A pesar de aumentar distancias rápidamente con el tercer gol, fácilmente se podía prever lo que acabó pasando. Y lo que acabó pasando fue una justicia futbolística; cuando un equipo con tanta calidad deshecha la pelota y se dedica a defender ante un rival muy inferior, se expone a que se intercambien las tuercas y que el equipo menos bueno, acabe pareciendo un equipazo. Ese día hicimos internacionales a los medios del Palau y, “con la vista puesta en la Eurocopa”, realizaron la remontada de su vida: 3 goles en tan solo 15 minutos, y todos de igual manera, a partir de jugadas a balón parado (córner y falta) mal defendidas.

Afortunadamente el colegiado señaló el final, porqué desde la banqueta veíamos antes el 4 gol para los visitantes que para el Sant Fost. Lo cierto es que tuvimos suerte de no jugar en un estadio grande y que las pocas personas que vienen a vernos son familiares y amigos, porqué sino hubiéramos salido del campo más que abucheados. Pero SI NO NOS PITARON FUE PORQUÉ NO SUELE HABER MUCHO PÚBLICO, A PESAR DE QUE EL FONDO SUR SE SUELA LLENAR.

UNA PIZCA DE FORTUNA TAMPOCO VIENE MAL


UNA PIZCA DE FORTUNA TAMPOCO VIENE MAL

Sábado 14 de enero del 2012

Los partidos contra La Llagosta nunca son fáciles; siempre hay tensiones extras e incluso suelen haber trifulcas; la mayor bestialidad que he vivido en un campo de fútbol fue en un partido contra ellos. Íbamos bien mentalizados de que ganarles supondría derrotar a un rival directo. Nuestro objetivo estaba por la zona media-alta; nuestra ilusión, en los tres primeros puestos; la realidad, en el ecuador de la clasificación. Con este partido queríamos dejar atrás nuestra realidad para así poder acercarnos a nuestro objetivo. Gracias a Dios, y nunca mejor dicho, pudimos ganar (1-3).

Aparte del gran acierto que tuvimos ese día, quizás algo de suerte, en lo personal cabe destacar que no hice mi mejor partido. El entrenador sabía de mis molestias que llevaba arrastrando varias semanas, pero que se habían agravado en los últimos días, y supongo que sería ese el motivo por el que no hizo especial hincapié en el partido justito que hice. Pero he de reconocer que hubiera sido justo haberme cambiado antes del descanso. Tras la charla técnica, la segunda parte empezó conmigo en la banqueta. En la celebración de los dos goles que marcamos en el segundo período tuve unas reacciones muy efusivas, sobretodo en el último, en las que me noté que físicamente estaba fatal. Fue un salto y una pequeña carrera, pero me noté algo muy, muy, muy extraño en los abductores. Al terminar el partido, yendo hacia los vestuarios, me tuve que ayudar de un compañero para caminar. Era todo muy raro, en caliente había podido correr, aunque con molestias, pero en frío no podía ni caminar. Ese día pasé una gran tarde celebrando el cumpleaños de un amigo: fuimos al cine y a tomar algo después. Al salir del cine tuve que ayudarme de alguno de mis amigos para poder caminar; estaba hecho polvo.

En cuanto a lo que al partido le confiere, futbolísticamente no fue de los mejores que hicimos, pero, al revés que tantas veces nos ha pasado en nuestra contra, en el minuto veinte ya ganábamos por un gol que vino tras una serie de rebotes. Quizás fue fortuna o quizás fue acierto; lo que está claro es que fue gol. En la segunda parte, la entrada de un compañero nuestro revolucionó el partido y nos lo resolvió con dos grandes chicharros.

En cuanto a la dureza de la que hablaba antes, el partido no estuvo exento, aunque hemos visto cosas peores. Por nuestra parte son remarcables las infracciones de nuestras dos primeras amarillas (una de las cuales fue penalti y, además, se lo paró nuestro portero), tras duras acciones. Por su parte, hubo muchas faltas y juego sucio, pero más moderado de lo que esperábamos. Todo esto y otras feas actitudes desembocaron en un tenso final de partido con dos expulsiones y más amarillas (todas para los locales, excepto una para nosotros).

Y bueno, que tras la temporada que llevamos, con muchos momentos de infortunio, un gol de rebote y dos goles salidos de la nada nos vienen muy bien, quiero decir, que UNA PIZCA DE FORTUNA TAMPOCO VIENE MAL.

NOS QUEDAMOS CON EL CARBÓN, PORQUÉ DEL FÚTBOL SE OLVIDARON LOS REYES

NOS QUEDAMOS CON EL CARBÓN, PORQUÉ DEL FÚTBOL SE OLVIDARON LOS REYES
Sábado 7 de enero del 2012
Dicen que el fútbol es un juego de niños (en el sentido de edad abarcando ambos sexos; no me refiero en términos machistas) y son éstos los que al fin y al cabo disfrutan como enanos de las navidades y sus puntualizados días que les recompensan su buen hacer a lo largo del año. Pues bien, pasadas estas fiestas, justo el día después de recibir todos los regalos con los que nuestras queridas Majestades de Oriente nos habían obsequiado, volvimos a la rutina futbolística (teníamos un partido contra el Llerona)…aunque parece que se nos olvidó hacer mención especial sobre el fútbol en nuestra carta.

Había mucha felicidad en el vestuario. Sobretodo nuestros bien nutridos estómagos se mostraban sonrientes por lo bien que los habíamos cuidado en estos días de vacaciones. Aunque también hay que decir que eran molestos a la hora de hacer grandes esfuerzos. Los turrones y las borracheras navideñas evidenciaban nuestro gran estado de ánimos; y nuestro estado de forma…no tan bueno.
A los ocho minutos de juego ejemplificamos nuestros sentimientos internos de felicidad en un gran gol de cabeza. El “potrillo de Orce” volvió a dedicarme otro golazo. ¡Es uno de los grandes, este tío! Aun así, nuestro gran empacho invernal abrió los ojos a quien pensaba que nos íbamos a pasear ante este rival tan inferior. Y sólo llegamos con ventaja hasta los veinte minutos de juego. En ese momento un desafortunado autogol hizo justicia en el marcador tras la debacle futbolística que estábamos mostrando sobre el césped. De la primera parte hay poco más que comentar: caras largas al descanso y una merecida bronca.
En cuanto a lo que a mi me confiere, tuve un curioso episodio con el colegiado, que por poco me cuesta la expulsión. Tras una jugada en la que, claramente llegué tarde a pesar de no tocar ni balón ni jugador (fue una segada a la nada), el árbitro me amonestó verbalmente con las siguientes palabras: “¡Veinte, veinte (refiriéndose al número de mi camiseta)! A la próxima te expulso”. En ese momento de calentura me dio por contestarle: “pero si no le he tocado; he dado una patada al aire”. La cara del energúmeno que tuvimos por árbitro ese día me hizo ver que era mejor que me callara, aun teniendo razón, si no quería dejar a mi equipo con uno menos. Casualidad o destino, en la jugada siguiente me vi obligado a cortar una contra con una patada a destiempo, merecedora de una tarjeta naranja si las hubiese. Nada más darle tenía claro que me iba a la calle: teniendo tan reciente el altercado anterior no quedaba más que esperar una roja directa. Pero no, el árbitro me enseñó la amarilla, y yo que lo agradecí. Al fin y al cabo este fue uno de los motivos por los que tuve que ver la segunda parte desde la banda, aunque no fue el único.
El segundo tiempo fue más plácido. Pudimos demostrar nuestra gran superioridad, aunque sólo a cuentagotas, y así pudimos marcar tres tantos más.
Con una expulsión a poco tiempo para el final y un colegiado que incitaba a la violencia, el partido acabó siendo demasiado brusco; tanto que tuvo que sacar a relucir su repertorio de amonestaciones.
Cuando uno habla de los árbitros con un resultado desfavorable o tras haber tenido algún altercado personal, se le suele tildar de oportunista, pero nada más lejos de la realidad, mi intención es de protesta por una injusticia que deberíamos erradicar. Y aludiendo a ciertos comentarios que sentiréis familiares, ¿por qué este tipo de arbitrajes? ¿Por qué la chulería y prepotencias de los jueces del juego que, al fin y al cabo, tampoco no saben tanto, o por lo menos no lo demuestran, como presumen? ¿Por qué esta división tan fuerte entre colegiados y los demás, en la que ante la voz alzado de unos se les castiga, mientras que los otros (árbitros) tienen toda la potestad posible de tratar con desprecio a quienes quieran? Afortunadamente no se debe ni se puede generalizar, siempre hay árbitros que, más allá del acierto o el fallo, facilitan la convivencia en el campo, pero también por desgracia hay muchos ejemplos de esos que infunden más soberbia y prepotencia que justicia.
Y teniendo en cuenta cuánto nos costó resolver este partido que no parecía más que un mero trámite, un puro entrenamiento, y las malas actitudes del señor colegiado (algunas de las cuales ya he mencionado de pasada), queda reflejado evidentemente que NOS QUEDAMOS CON EL CARBÓN, PORQUÉ DEL FÚTBOL SE OLVIDARON LOS REYES.

sábado, 7 de abril de 2012

¡Federación, replanteároslo!

Miércoles 14 de diciembre del 2011
¡FEDERACIÓN, REPLANTEÁROSLO!

Aprovechando el partido atrasado por la lluvia entre Montornés y Barberà, anoche me llegaron noticias acerca del desarrollo de este encuentro, y no son muy positivos. Otra vez, y ya van muchísimos partidos esta temporada, el Montornés no pudo acabar con 11 jugadores, de hecho ni acabaron el partido; se suspendió el “match”.

El partido estuvo marcado por un gol tempranero, producto de un penalti que causó la expulsión del portero local. 0-1 por delante en favor del Montornés, que tenía todo el partido por delante para aumentar diferencias, aprovechando la inferioridad numérica rival. No fue así, no fueron capaces de volver a marcar, y en el minuto 70 recibieron la misma medicina de la que se habían beneficiado al inicio del partido: penalti y expulsión. Ante la ejecución de la pena máxima, varios jugadores del Montornés usaron la técnica que mejor se les da: la violencia. En ese instante el terreno de juego se volvió un campo de batalla en el que jugadores, entrenadores, árbitro y afición tuvieron un papel remarcable: la persona que me ha ido informando de estos sucesos me comentó que los follones fueron originados tanto en la grada como en el campo, y que luego todo se focalizó dentro del césped. Varios aficionados y algún técnico del club del Vallès Oriental, todos personas adultas, además de algunos jugadores y técnicos, fueron partícipes directos de las peleas; partícipes directos de agredir a chavales de 16, 17 y 18 años. El colegiado tuvo que marchar corriendo ante la que se le venía encima; suerte, por lo que me comentan, que el equipo local lo refugió en el vestuario del Barberà, sino, a saber lo que podría haber pasado…

Mi opinión es clara, “que se marchen ya”, pero no creo que la FCF lo acepte, aunque no es lógico ni admisible que permitan tales actuaciones (18 expulsiones en 9 partidos, solo tres de ellas a consecuencia de lances del juego y no de agresiones). Mi opinión al respecto no se debe únicamente a estos sucesos, mis informaciones me llegan sobre los enfrentamientos no son nada precisas y, por lo tanto, no puedo hacerme una idea concreta de los hechos; sino que partido tras partido acaban obteniendo los mismos resultados: peleas. ¡En nuestras carnes ya vivimos la poca deportividad de este equipo! Igual que yo, millones de chavales juegan a fútbol (o a cualquier otro deporte) con el objetivo principal del disfrute personal por encima de los resultados (aunque también influyen y son importantes), y no estamos dispuestos a tener que jugar con el miedo o la excesiva tensión por posibles peleas. Llevo 12 años jugando a fútbol, ya he visto tantas cosas que es poco lo que me pueda sorprender, y no estoy dispuesto a tener que ir a la guerra en marzo, cuando juguemos en el campo del Montornés.

Por tanto, y a pesar de que haya gente que pueda considerar las trifulcas como “nuestro pan de cada día” o como la “salsa del fútbol regional”, el fútbol necesita gente valiente para erradicar estas violentas artimañas.

¡FEDERACIÓN, REPLANTEÁROSLO!

sábado, 24 de marzo de 2012

¡Campo extraño, árbitro extraño, rival extraño, partido extraño...! ¡Día insólito!

Domingo 18 de diciembre de 2011

¡CAMPO EXTRAÑO, ÁRBITRO EXTRAÑO, RIVAL EXTRAÑO, PARTIDO EXTRAÑO...! ¡DÍA INSÓLITO!

El día ya empezó raro: a las 11:30h la final del Mundial de Clubes, gran finalísima entre Santos y Barça (fue extraño ver como el FCB ganaba a un equipo brasileño con los principios del fútbol total y “jogo bonito” de los que sólo la canarinha supo disfrutar años atrás); a las 14:30h tuve mi primera comida familiar de Navidad (no pude asistir); y a las 16h partido entre Montcada y Sant Fost.
La llegada al campo también fue poco habitual, ya que fuimos al campo principal de Montcada, lugar en el que habíamos jugado en los dos últimos años, pero no era ese el lugar en el que íbamos a disputar el partido. El campo en el que acabamos jugando no me traía muy buenos recuerdos, más bien malos recuerdos, ya que en ese lugar abandoné, 4 años atrás, el terreno de juego cojeando y dando muestra suelta a las continuas molestias que había sufrido durante la temporada. Fueron mis primeras relaciones con las lesiones. ¡A ver si esta vez podía jugar a gusto!
Tenía muchas ganar de jugar, sabía que difícilmente lo haría como titular, ya que el entrenador iba a alinear una defensa formada por tres, y en ese esquema hay compañeros que tienen mejor cabida que yo, pero quería darle una patada en el culo a las molestias físicas.
El partido empezó relativamente bien: marcamos un gol muy tempranero, pero perdonamos muchas otras ocasiones de las que nos acabamos acordando al final. Rápidamente nos empataron el partido.
De fútbol se puede destacar poca cosa más, a parte de que el árbitro se olvidó de señalar dos penaltis a los locales y tres a los visitantes, a nosotros. También expulsó a un jugador rival, en nuestro mejor momento de la segunda parte (no jugamos nada bien al fútbol desde el gol del empate, pero parecía que en esos momentos teníamos alguna oportunidad de crear ocasiones), y a partir de ahí el partido no fue más que un tenis en el que tuvimos varios sustos; por suerte ninguno de ellos acabó en gol.
El terreno de juego tenía dimensiones muy reducidas, sobretodo en cuanto a la anchura, motivo por el cual el míster se decidió por jugar con tres atrás y meter algún jugador más en la medular. Los contrarios, como suele ser lógico en equipos locales, se conocían a la perfección el campo y sabían como aprovechar su estrechez; nos crearon mucho peligro a línea de cal.
Del arbitraje prefiero no entrar al trapo, no me gustaría dar imagen de “quejica” ante los malos resultados, aquí no hay VILLARATO (al menos eso me gusta creer), pero lo que sí que está claro es que la formación de los colegiados deja mucho que desear. En el partido el árbitro vio más cosas de las que ocurrieron, señaló faltas sin contacto, enseñó tarjetas sin motivo aparentemente claro y se inventó normas, sobretodo dos: “falta directa dentro del área” y “el encuentro se finaliza cuando al árbitro le venga de gusto”. ¿Surrealista? Sí. ¿Verdad? Por desgracia para el fútbol, también. Y seguro que la gente se preguntará “¿pero si una falta directa dentro del área es penalti?”; ahí está el problema, que señaló falta directa dentro del área y el lanzamiento se tuvo que realizar desde el lugar de la infracción. ¡Insólito! Por otra parte está el tema de concluir los encuentros: ¿por qué, a falta de 10 minutos, el colegiado señala el final del partido? No lo sé, lo que está claro es que salió escopeteado hacia el vestuario y se marchó rápido del campo. ¿Tendría prisa?...
Dejando todos estos altercados, queda claro que nos marchamos del campo con cara de tontos, después de volver a desaprovechar nuestras opciones de pelear por la zona alta de la tabla. Perdimos dos puntos, sin opciones a destacar el rendimiento en el campo como positivo, con el añadido de lo que envolvió ese encuentro. No es excusa, pero fue un ¡CAMPO EXTRAÑO, ÁRBITRO EXTRAÑO, RIVAL EXTRAÑO, PARTIDO EXTRAÑO...! ¡DÍA INSÓLITO!